Viejos programadores COBOL al rescate

Según The Register, el alcalde de New Jersey agregó a la lista de voluntarios requeridos para trabajar contra la pandemia del coronavirus a programadores COBOL retirados. Resulta que en los últimos días, debido a los despidos masivos, las solicitudes de pensiones de desempleo se dispararon exponencialmente y el sistema no da abasto. El incremento, se explica, fue de un 1600%.

Esto pone de manifiesto un concepto de la industria del software llamado “deuda técnica”, es decir, el costo de retrabajo implícito al elegir una solución fácil y pronta sobre una solución difícil y que lleva más tiempo. En este caso, la solución fácil fue no actualizar un sistema por más de cuarenta años cuando la difícil hubiera sido ir modificándolo a medida que las tecnologías evolucionaban.

COBOL (por sus siglas en inglés, COmmon Business-Oriented Language) se creó en 1959 con el objetivo de disponer de un lenguaje de programación orientado a los negocios que funcionara en todas las computadoras de la época. Además, me dice un programador COBOL con el que acabo de hablar, fue uno de los primeros en utilizar palabras en inglés para las instrucciones. El resto de los lenguajes que había por entonces eran más parecidos al lenguaje de máquina.

Así que, de un día para el otro y debido a un virus que se esparció por el mundo a toda velocidad, esos viejos programadores jubilados son un recurso valioso para la sociedad y se les pide que desempolven sus manuales y pongan manos a la obra para pagar una vieja deuda técnica que ha estado generando intereses por décadas.

Varios amigos me hicieron llegar la noticia porque le encontraron semejanzas con una de las subtramas de mi novela de hackers y viajes en el tiempo Las iteraciones. En mi historia, los programadores ya no son necesarios y viven de pensiones del Estado. Pero todo el software que hace funcionar el mundo alguna vez se escribió y se compiló con las herramientas que estos ancianos dominan. Por eso, una organización de guerrilleros subversivos contrata al protagonista de la novela y sus amigos, un grupo de hackers con dentaduras postizas, para realizar tareas non sanctas para ellos.

La similitud, si no en líneas general, sí en sus componentes, llama la atención. Mis personajes, que en la ficción encuentran su lugar en los márgenes de la ley, en la vida real son reclutados por el Estado y convertidos en héroes.

Noticia original:

https://www.theregister.co.uk/2020/04/05/new_jersey_seeks_cobol_volunteers/