Por Javier Yanantuoni
La vida urgente es el relato de una cabeza atormentada por la serie de imágenes que formatean la sexualidad. Horacio, un profesor de literatura devenido prestamista, no puede dejar de proyectar encuentros sexuales con todas las mujeres con las que se cruza. Son escenas compuestas de secuencias y diálogos provenientes del porno convencional que encienden como una chispa el brasero de su cuerpo y su imaginación y lo arrastran a proyectar posiciones, a degustar de antemano el placer. Y a padecerlo. Lo ponen a correr en falso al punto que el ritmo laboral o de la pareja de pronto quedan fuera de tiempo para él, para su fabulación. Quisiera pasar al acto de una vez. Pero algo se interpone. Esa distancia es entonces combatida con explicaciones y razonamientos y auto-llamados al orden que no sirven de nada ya que los elementos de la voluntad poco pueden hacer con la tropilla desbocada de imágenes que se arremolinan en jornadas de garche, más fuerte que toda advertencia, incluso la que anuncia peligros.
Germán Ulrich pone a trabajar en el relato maquinarias “pesadas” de la producción de estereotipos: la financiera o la maquinita del dinero, el porno como modelo del deseo, la agenda vital de la clase media. Horacio, el personaje principal del relato, discute con esas maquinarias y a la vez es efecto de ellas. En ese tironeo aparece la ciudad, su ritmo, la jornada laboral previsible y desesperante, los compromisos, algo así como el tedio de la vida cotidiana frente al cual las fabulaciones se presentan como la posibilidad de una fuga.
El texto resuena con la literatura de sustancias, que también se pueden leer en clave de adicciones, como Diarios de un opiófago inglés, Yonqui, etcétera. ¿Qué mueve a estos apetitos? Algo que sin dudas es mayor que las dimensiones de un cuerpo finito y sensible, la producción en cadena de una maquinaria general, impersonal, que se actualiza no obstante en un apetito particular, finito pero elástico. Como el cuerpo. Más allá de las consideraciones morales, Burroughs dice en Yonqui que la habituación a la heroína es “un modo de ser”. Por lo tanto, tiende a resolver ciertas necesidades: soñar, ampliar la experiencia, anestesiar dolores, trastocar la percepción. Se trata de un modo de ser real y deseable, salvo para el punto de vista que encuentra en esa forma de ser un riesgo, algo anormal que requiere ser llamado al orden. Por eso que hablemos de una adicción se vincula antes bien con las políticas que reglamentan las prácticas de consumo. El comportamiento de Horacio es de un adicto al sexo porque, tomado por la manija de las proyecciones sexuales, no deja de intentar auto-regularse con una voz que no es propia, si no que viene de las convenciones sociales. ¡De hecho hay bastante poco sexo para ver en el relato! ¡Qué tormento!
En efecto, buena parte del relato se dedica a la descripción de los tormentos y de mostrar las penurias de un móvil tan contraproducente para resolver la manija como el anhelo de secuencias pornográficas. Casi la mitad del relato largo que es La vida urgente consiste en las tribulaciones de Horacio al intentar consumar los encuentros. La sociedad castiga la desviación. Y el autor le da lugar al castigo, un poco como en el film La naranja mecánica (Kubrick, 1971), donde vemos el despliegue de la violencia y luego el castigo, la promoción y la corrección, podríamos decir, en partes iguales. El gobierno de los cuerpos, que tanto le gusta practicar a este sistema, siempre lleva desviación y ordenamiento en una medida suficiente como para electrocutar cualquier sistema nervioso.
El uso de la primera persona, también frecuente en los diarios y en la literatura de registro de experiencias, habilita el acceso a la caldera mental del protagonista, pero al mismo tiempo obtura un descentramiento, una reflexión moral por fuera de esa manera de percibir y desear. Una perspectiva. Le queda al lector calibrar el relato con el contexto actual.
Mejor preguntarse, ¿quién habla en La vida urgente?
El registro narrativo y la utilización de los tiempos verbales dan a Horacio el carácter de un hombre de reflexiones que por momentos roza la caricatura. Todavía no es la época de las apps de citas, de la explosión de las imágenes digitales y del video porno y erótico en todos los celulares, de los mega portales porno de Internet. Es un paso antes; la primera década del siglo. La primera sacudida de la mano de los blogs para solos y solas. Mientras que hoy las apps de citas gestionan los encuentros, organizan el beboteo y optimizan el tiempo, Ulrich muestra la pre-historia de este boom actual a través de la –vieja y querida– narración. Una especie de narración desesperante donde todo son trabas y demoras que delatan la promesa y postergan la encarnación de esos encuentros.
Finalmente, La vida urgente suena como el reclamo de un mundo impotente y que, no obstante, participa de la generación de su propia impotencia.
El escritor Germán Ulrich (1971), nació en Viale, Entre Ríos. Trabajó como periodista en radios, diarios y agencias de noticias. Actualmente es corresponsal de Télam. Es autor del libro de relatos En el Oeste (Editorial Entre Ríos, 2017) y de la crónica/ensayo Otilia (Editores Ignorantes, 2018). Publicó cuentos y relatos en revistas de Argentina y de España, y en la temática de derechos humanos Revista Haroldo dio a conocer su crónica Hacia la infinita riqueza del origen (2018), sobre el destino del cadáver del militante político salteño Roque Montenegro.
A principios de 2019, Campo de Niebla Editorial publicó su novela Los Ariscos. La vida urgente, escrita en el año 2014 y publicada por Contramar Editora, es su cuarto trabajo de narrativa con el que, desde la ficción, continúa un proceso de descripción de la sociedad santafesina.
Músicas para maridar letras
Where Is My Mind? · Pixies
Death to the Pixies
℗ 1997 4AD Ltd
Released on: 1997-10-06
Composer: Black Francis
Music Publisher: Universal Music Publishing Ltd.
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La imagen del encabezado es de la genial artista polaca Aleksandra Waliszewska.
https://www.instagram.com/aleksandrawaliszewska/?hl=es-la